¡Alcaldes, concejales y yonkis de la simulación urbana! Coged asiento, servíos algo fuerte y preparaos para el salseo urbanístico de la década. Lo que hasta hace poco era un rumor de foros oscuros y canales de Discord ha explotado como una central nuclear sin mantenimiento: Paradox Interactive y Colossal Order, los papás de Cities: Skylines, se separan. Sí, como lo oís. Tras más de quince años de relación, el editor sueco y el estudio finlandés han decidido «mutuamente seguir caminos independientes». Un divorcio en toda regla que deja a la joya de la corona, el polémico Cities: Skylines 2, en una situación… complicada, por decirlo suavemente.
La noticia, confirmada por ambas compañías, ha caído como un meteorito en el centro de nuestra metrópolis digital. Y no es para menos. Esta pareja nos ha dado uno de los mejores city builders de la historia, pero también nos ha metido en uno de los lanzamientos más desastrosos que se recuerdan con su secuela. Ahora, con la relación rota, la pregunta que todos nos hacemos es: ¿Y ahora qué? ¿Qué va a pasar con nuestro querido (y bugeado) simulador? Vamos a desgranarlo, porque aquí hay tela que cortar.
Crónica de una Ruptura Anunciada: ¿Qué Salió Mal?
A ver, que nadie se sorprenda. Se trasca. La relación entre Paradox y Colossal Order parecía idílica con el primer Cities: Skylines, un juego que nació de las cenizas del desastre de SimCity (2013) y se convirtió en un titán. Pero con Cities: Skylines 2, la cosa se torció. El lanzamiento en octubre de 2023 fue, seamos sinceros, una chapuza. El propio CEO de Paradox admitió que «hicieron las llamadas equivocadas» y que vieron fallos antes del lanzamiento, pero no pensaron que fueran «tan serios». Famosas últimas palabras.
El juego llegó con un rendimiento nefasto, características ausentes y una optimización que hacía llorar a las tarjetas gráficas más potentes. La cosa fue a peor con el infame DLC «Beach Properties», tan pobre en contenido que tuvieron que pedir perdón, regalarlo y devolver el dinero. Fue la gota que colmó el vaso. Se cancelaron más DLCs, se prometieron arreglos y la confianza de la comunidad quedó por los suelos. En este caldo de cultivo de decepción y promesas rotas, la ruptura era casi inevitable.
El Heredero Forzoso: Iceflake Studios al Rescate
Aquí viene el giro de guion. Cities: Skylines 2 no se va a un orfanato. Paradox, que se queda con la custodia total de la franquicia, ha puesto el futuro del juego en manos de Iceflake Studios. ¿Os suenan? Son otro estudio finlandés, también propiedad de Paradox, conocidos por Surviving the Aftermath. A partir de 2026, ellos serán los responsables de todo: actualizaciones, parches, el editor de mods, las esperadísimas versiones de consola y los futuros DLCs.
Por su parte, Colossal Order no se va de rositas sin más. Tienen deberes pendientes. Antes de ceder el testigo por completo, se encargarán de lanzar los últimos parches prometidos, como el de las bicicletas y el editor de mods en beta. Un último servicio a la comunidad antes de, como dice su CEO Mariina Hallikainen, «canalizar nuestra experiencia, creatividad y pasión en nuevos proyectos». Traducción: «Ahí os quedáis con el marrón, nosotros a otra cosa mariposa». Y, sinceramente, ¿quién puede culparles?
¿Qué Futuro le Espera a Cities: Skylines 2? Tres Escenarios sobre la Mesa
Con este panorama, el futuro de nuestro simulador urbano favorito es más incierto que una rotonda de siete carriles sin señalizar. Yo, que le he echado más horas a este juego de las que me atrevo a admitir, veo tres caminos posibles:
El Renacimiento a lo ‘No Man’s Sky’
Este es el escenario optimista, el que todos soñamos. Iceflake Studios, con la presión y el control total de Paradox, podría hacer lo que Colossal Order no pudo o no supo: arreglar el juego de una vez por todas. Un equipo nuevo, sin el «equipaje emocional» de la primera entrega y con una hoja de ruta clara, podría optimizar el rendimiento, pulir las mecánicas y, con el tiempo, convertir a Cities: Skylines 2 en el juegazo que siempre debió ser. Sería una redención épica que, irónicamente, dejaría a Colossal Order en una posición bastante incómoda.
La Estabilidad Funcional (Pero sin Alma)
Este es el camino del medio, el del «bueno, al menos funciona». Iceflake consigue estabilizar el juego, corregir los bugs más sangrantes y lanzar las versiones de consola. El juego se vuelve jugable y decente, pero nunca alcanza la grandeza ni la magia del original. Se convierte en un producto funcional, una herramienta de construcción de ciudades «bien, pero meh», que recibe DLCs correctos pero sin la chispa de innovación que enamoró a millones de jugadores. Un futuro pasable, pero agridulce.
El Declive Silencioso
El escenario de pesadilla. El traspaso a Iceflake es más complicado de lo esperado. Los problemas de base del motor son demasiado profundos, y el nuevo estudio lucha por hacerse con un código que no es suyo. Las actualizaciones tardan en llegar, la comunidad pierde la paciencia y, poco a poco, el juego cae en el olvido. Paradox, viendo que el proyecto es un pozo sin fondo, reduce la inversión y Cities: Skylines 2 muere lentamente, convirtiéndose en un triste recordatorio de lo que pudo haber sido y no fue. Un Anthem con semáforos.

