¡Qué onda, estrategas! Aquí vuestro colega de Vitalgamer, desempolvando el teclado para hablaros de un fenómeno que nos pilló a muchos con la guardia baja. Hablamos de Teamfight Tactics, el autobattler de Riot Games que, contra todo pronóstico inicial, ha sabido forjarse un hueco sólido y sorprendentemente vibrante en el panorama de los esports. ¿Quién iba a decir que un juego de «pon tus monigotes y mira cómo se pegan» iba a ser tan adictivo y, lo que es más importante, tan competitivo?
El Fenómeno Autochess y la Entrada de Riot
Para entender el viaje de TFT, hay que remontarse al origen de los autobattlers. Todo empezó, como muchas cosas geniales en los videojuegos, con un mod. El Auto Chess original, allá por 2018, fue un bombazo en Dota 2, demostrando que había un apetito voraz por un género de estrategia donde la planificación macro y la composición de equipo primaban sobre la habilidad micro. Riot Games, que no da puntada sin hilo, vio la oportunidad y, poco después, lanzó su propia interpretación: Teamfight Tactics.
Al principio, muchos lo vimos como un «minijuego» de League of Legends, una excusa para usar a nuestros campeones favoritos de Runaterra de una forma diferente. Pero Riot, con su experiencia en manejar comunidades y esports, no tardó en tomarse el asunto en serio. Desde su lanzamiento en 2019, TFT ha crecido, ha mutado, ha rotado sets enteros y, lo más importante, ha cultivado una comunidad de jugadores entregados que pedían más. Y Riot se lo dio.
¿Qué Hace a TFT un Esport Tan Atractivo?
La Estrategia Profunda bajo la Superficie del Azar
A primera vista, Teamfight Tactics puede parecer un juego dominado por el azar. Los objetos que te caen, los campeones que aparecen en la tienda… ¡todo parece una tómbola! Y sí, el RNG (Random Number Generation) es una parte inherente al juego. Pero, y aquí viene lo interesante, el azar es solo el lienzo sobre el que se pinta una estrategia sorprendentemente profunda. Los mejores jugadores no son los más afortunados, sino los que mejor se adaptan a lo que les da el juego, los que saben pivotar, gestionar su economía y posicionar sus unidades con una maestría casi táctica. Como dicen, en TFT, hasta los pros tienen partidas horribles donde se van últimos. La clave está en minimizar el impacto de la mala suerte y maximizar la buena. ¡Ahí es donde se ve al verdadero estratega!
Accesibilidad para el Espectador y la Comunidad
Una de las mayores ventajas de TFT como esport es su relativa sencillez para ser entendido por el espectador. No hay mecánicas de last-hitting o rotaciones complejas de mapa como en otros MOBAs. Ves ocho tableros, unidades que se pegan, y barras de vida que bajan. La emoción surge de ver cómo los jugadores construyen sus composiciones, cómo gestionan sus recursos y, sobre todo, cómo remontan partidas imposibles. La comunidad, además, ha sido un pilar fundamental. Creadores de contenido, torneos comunitarios y una base de jugadores activa han empujado el juego a cotas insospechadas. La gente se lo pasa pipa comentando jugadas y lo que podrían haber hecho mejor, lo que demuestra un sano espíritu competitivo.
El Compromiso de Riot: Esports de Verdad
Riot Games ha dejado claro que su compromiso con TFT va más allá de un simple modo de juego. Desde 2019, cuando anunciaron una escena competitiva para 2020, han estado invirtiendo fuerte. La temporada 2025 trae las actualizaciones más expansivas desde su lanzamiento, con Revitalizaciones de Sets, tres nuevos Sets principales y modos de juego como PvE y un Double Up renovado. Y, por supuesto, la parte competitiva ha evolucionado a la par. Con eventos como el TFT Paris Open (¡que arranca del 12 al 14 de diciembre de 2025!), un Pro Circuit estructurado y finales regionales expandidas, es innegable que Riot está apostando a lo grande. Este tipo de infraestructura da a los jugadores una razón para dedicarse de lleno, para escalar en la ladder y soñar con la Tactician’s Crown.
El Futuro de TFT en la Escena Competitiva
El Pro Circuit de TFT, que se lanzó en agosto de 2025, es la culminación de años de trabajo para crear una ruta competitiva significativa para los jugadores. Ya no es solo «jugar ranked y ver qué pasa»; ahora hay un sistema escalonado, con Trials y Cups que alimentan las finales regionales, y donde los mejores tacticians pueden asegurarse un puesto en el siguiente Pro Circuit. Este sistema, con recompensas y una progresión clara, es vital para la profesionalización de cualquier esport.
Sin embargo, no todo es de color de rosa en el reino de las minileyendas. El equilibrio del juego y la eterna lucha contra el RNG siguen siendo temas de debate. ¿Es justo que una racha de mala suerte en las tiendas o en los objetos te condene a un octavo puesto? Es la pregunta del millón. Riot ha mejorado mucho en este aspecto, pero es un tira y afloja constante. Además, la naturaleza de la rotación de sets, aunque mantiene el juego fresco y emocionante para el jugador casual, puede ser un desafío para los profesionales, que deben adaptarse constantemente a nuevas mecánicas, sinergias y metajuegos.
A pesar de esto, la ambición de Riot es clara: quieren que TFT sea un esport accesible en cualquier esquina, en cualquier PC café. Y con el ritmo de actualizaciones y eventos, como el recién anunciado TFT Paris Open con 768 plazas, están en el camino correcto. Ver a tantos jugadores, desde amateurs hasta profesionales, compitiendo en un evento LAN es un testimonio del poder de este juego.
En resumen, Teamfight Tactics ha demostrado que la nueva ola de competencia inesperada no es una moda pasajera. Es un esport legítimo, con sus virtudes y sus demonios internos, pero con una pasión que lo impulsa hacia adelante. Y eso, amigos, es digno de celebrar. ¡Nos vemos en la Convergencia!

