Una nueva era para el Cloud Gaming o la misma promesa de siempre
Llevamos años escuchando la misma cantinela: el 5G va a cambiarlo todo. Que si coches autónomos, que si ciudades inteligentes… y, por supuesto, que si el gaming sin lag. Y aquí estamos, en pleno 2025, mirando de reojo nuestras consolas y PC’s mientras nos preguntamos si ha llegado el momento de cortar el cable de una vez por todas. La promesa es golosa, no nos vamos a engañar: jugar a títulos AAA como Call of Duty: Modern Warfare III en cualquier dispositivo, con la misma calidad y respuesta que si lo tuviéramos instalado, suena a ciencia ficción. Pero, ¿es oro todo lo que reluce?
La realidad es que el 5G ha dado un salto de gigante. Las velocidades son de vértigo y la latencia, ese archienemigo de cualquier jugador online, se ha reducido a cifras que rozan lo imperceptible, teóricamente por debajo de los 10 milisegundos. Esto significa que, sobre el papel, servicios como Xbox Cloud Gaming o NVIDIA GeForce Now deberían ofrecer una experiencia casi idéntica a la de una consola física. Casi. Porque en el mundo real, la cosa tiene sus matices.
Jugar una campaña en solitario es una gozada, para qué negarlo. Los gráficos de *Modern Warfare III* en un dispositivo móvil con buena cobertura 5G son para quitarse el sombrero. Pero cuando entramos en el multijugador, la cosa cambia. Ese «casi» se convierte en la diferencia entre una victoria magistral y ver la killcam de cómo te han eliminado antes siquiera de que tu cerebro procese que había un enemigo. Aunque la red sea ultrarrápida, factores como la distancia al servidor o la congestión de la red siguen ahí, recordándonos que la física es tozuda.
LG entra en la partida: cuando el mando es más rápido que tus reflejos
Y justo cuando pensábamos que el problema estaba solo en la conexión, llega LG y nos dice: «Sujétame el cubata». Porque, ¿de qué sirve una conexión de 1 milisegundo si tu mando inalámbrico tiene más retardo que una carta enviada por correo postal? Este ha sido durante mucho tiempo el talón de Aquiles silencioso del streaming de videojuegos, y es aquí donde la compañía surcoreana ha dado un puñetazo sobre la mesa.
En colaboración con Razer y MediaTek, LG ha estado desarrollando un nuevo estándar para mandos Bluetooth con una tecnología llamada Ultra-Low Latency (ULL). El objetivo es tan ambicioso como necesario: conseguir que los mandos inalámbricos sean tan rápidos como sus homólogos con cable. Y las cifras que manejan son de locos: aseguran una latencia inferior a 1 milisegundo. Esto, amigos, no es una mejora, es una revolución. Un retardo tan bajo es, en la práctica, instantáneo.
Imaginen esto aplicado a un shooter frenético como *Call of Duty*. Cada movimiento, cada apunte, cada disparo se ejecuta sin el más mínimo retardo. La sensación de control es total, eliminando esa pequeña pero frustrante desconexión que a veces sentimos con los mandos inalámbricos. LG no solo está pensando en sus televisores, que ya integran optimizadores de juego, sino que está creando un ecosistema donde la latencia del hardware deja de ser una barrera. Si a esto le sumamos una conexión 5G estable, la experiencia de juego en la nube se acerca peligrosamente a la perfección.
Call of Duty: Modern Warfare III, el campo de pruebas definitivo
No hay mejor juez para estas tecnologías que un juego que exige precisión y tiempos de reacción al milisegundo. *Modern Warfare III* es un infierno de balas, explosiones y decisiones que se toman en una fracción de segundo. Cualquier atisbo de lag, por mínimo que sea, te manda directo al gulag.
Al probar el juego en streaming sobre una red 5G, la mejora respecto a años anteriores es innegable. La calidad de imagen es nítida y la fluidez es constante en la mayoría de las situaciones. Sin embargo, en los tiroteos más intensos, todavía se percibe una ligera desventaja frente a jugadores en local. Es esa sensación de que «le he dado primero», un clásico en la comunidad que, aunque reducido, sigue presente.
Aquí es donde la tecnología de LG podría cambiar las reglas del juego. Si eliminamos de la ecuación el retardo del mando, la única variable que queda es la propia conexión. La combinación de una red 5G de baja latencia con un mando de respuesta instantánea podría, por fin, nivelar el campo de juego y hacer del streaming de videojuegos una opción viable incluso para el juego competitivo. Aún queda camino por recorrer, pero el futuro que nos pintan es, cuanto menos, emocionante.

